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Para Maria Perez, unirse a un proyecto para reducir el desperdicio de comida en Washington no fue solo un trabajo. Su camino con la Duwamish Valley Sustainability Association (Asociación de Sostenibilidad del Valle Duwamish, DVSA) comenzó cuando tenía 14 años y se inscribió en un programa juvenil que despertó su interés por combatir el cambio climático. Seis años después, la asociación la contrató para dirigir un programa que convierte los desechos de un vecindario de Seattle en un tipo de fertilizante líquido para plantas.

El innovador programa en el área de South Park fue lanzado por la DVSA en 2021, en colaboración con organizaciones sin fines de lucro como Food Lifeline, Sustainable Seattle, y Black Star Farmers, así como con la empresa Chomp, que construye los biodigestores a pequeña escala del proyecto.

Perez pasó horas aprendiendo cómo el contenedor sellado utiliza bacterias para reducir las emisiones mientras produce alimentos para el vecindario predominantemente latino. Habló con los residentes, enseñando a los jóvenes que estaban donde ella una vez estuvo. Su entusiasmo por el proyecto era imposible de pasar por alto: hablaba de él constantemente, compartiendo detalles con todas las personas en su vida. “Fue realmente emocionante ver cómo todo se integraba en una economía circular”, dijo Perez.

Un poco más pequeñas que un contenedor de envío, las cajas selladas funcionan de manera muy similar al estómago de cuatro cámaras de una vaca: introducen microbios que cada año pueden convertir 25 toneladas de comida en descomposición en 5,400 galones (aproximadamente 20,441 litros) de fertilizante. También generan biogás, una fuente de energía renovable que puede usarse para electricidad o combustible.

“Empezamos a desarrollar un nuevo proyecto enfocado en los desechos orgánicos, porque cuando trabajábamos en el área de South Park, vimos mucha basura en las calles”, dijo Edwin Hernandez, director ejecutivo de la asociación. En una serie de reuniones comunitarias, DVSA les preguntó a los residentes y negocios locales cómo querían abordar el problema de residuos del vecindario. La respuesta que surgió fue un biodigestor, cuyos beneficios adicionales incluían ofrecer infraestructura sostenible y empleos verdes, explicó Hernandez.

Biodigester opening in Seattle
Personal de la DVSA y colegas —incluyendo a Maria Perez, al extremo izquierdo; Todd Schindler, en el centro; y Edwin Alberto Hernandez Reto, a su derecha— cortando la cinta en la celebración de inauguración del biodigestor en Food Lifeline en Seattle, el 11 de octubre de 2024. Adrian Tan

La idea se puso en marcha con el apoyo de una subvención de la EPA, junto con fondos de la ciudad de Seattle. Profesores de la Universidad de Washington ayudaron a elaborar el estudio de viabilidad del proyecto. Más adelante, la coalición recibió apoyo del estado, incluido haber sido seleccionada para participar en el nuevo programa estatal de innovación sostenible, NextCycle Washington, además de recibir fondos iniciales del Departamento de Comercio.

El valor del biodigestor, según Hernandez, radica en su capacidad de transformar basura como cáscaras de huevo y cáscaras de plátano en un recurso que puede ayudar a cultivar alimentos localmente.

Más de un tercio del suministro de alimentos en los Estados Unidos se convierte en desechos, según estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). “Existen mejores maneras de manejar los desechos de comida que enviarlos a nuestro vertedero”, dijo Adrian Tan, gerente de políticas y desarrollo de mercados de la División de Residuos Sólidos del Condado de King, quien apoyó el proyecto. “¿Podrían los desechos de comida en nuestra basura evitarse, donarse, convertirse en composta o utilizarse para otros fines beneficiosos?”

Aunque Seattle está en el condado de King —el condado más grande del estado—, la ciudad tiene su propio sistema de gestión de residuos, explicó Tan. La ciudad recoge los desechos de comida y otros residuos orgánicos a través de un servicio de compostaje, que los envía a dos plantas de compostaje comerciales. Sin embargo, los desechos de comida que se tiran a la basura son transportados en tren a un vertedero en Oregón. Las emisiones generadas al moverlos a través de las fronteras estatales se agravan porque, al descomponerse en los vertederos, liberan metano, un gas de efecto invernadero muy potente.

Edwin Hernandez realizando una demostración en vivo de cómo funciona el biodigestor durante la celebración de inauguración el 11 de octubre de 2024. Allie Long / EarthLab

Los biodigestores, en comparación, mantienen los residuos a nivel local. Jan Allen, director ejecutivo de Chomp, se inspiró a iniciar la empresa de biodigestores porque quería eliminar la necesidad de los camiones diésel y la contaminación que generan — una forma común de transportar la basura.

“Chomp se basa en la aspiración de eliminar el transporte de alimentos hacia la comunidad y eliminar el transporte de desechos fuera de la comunidad”, dijo Allen. “Así que realmente estamos tratando de crear una economía circular a partir de los alimentos, los desechos de comida, la energía y el cultivo de alimentos frescos de manera local”.

Allen dice que trabajar directamente con las comunidades locales para abordar desafíos compartidos distingue a su empresa de otras soluciones tecnológicas. Sus biodigestores se basan en la biomimética, es decir, se diseñan inspirándose en la naturaleza. “Tratamos de mantenerlo lo más simple posible, con un número mínimo de piezas móviles”, dijo Allen. “En realidad hemos descubierto una manera de que los microbios compriman el gas por nosotros, así que estamos haciendo cosas innovadoras para no tener demasiada maquinaria”.

Como gerente del proyecto, Perez brindó capacitaciones a los restaurantes locales sobre el biodigestor, junto con otros programas de reducción de desechos de la ciudad, para que pudieran aprender a convertir su basura en recursos. Todos los martes, Perez y los jóvenes voluntarios se dividían en grupos. “Pesábamos la composta de los participantes y acumulábamos los datos”, dijo Perez. Cuando los biodigestores terminaban de procesar, explicó Perez, “entregábamos la enmienda líquida del suelo de regreso a la comunidad”.

La DVSA también ofreció capacitaciones a los residentes del vecindario en español, inglés y jemer, la lengua oficial y nacional de Camboya. Hernandez dice que el principal desafío que enfrenta el proyecto ahora es distribuir la enmienda líquida del suelo y “asegurar un espacio gratuito donde podamos instalar más biodigestores”, aumentando así la cantidad de biogás que se puede generar. Hasta ahora, más de 30 residentes y 5 restaurantes se han inscrito para participar en el programa. La DVSA está interesada en inscribir a más participantes.

Aunque Perez se ha apartado recientemente del proyecto para concentrarse en asistir a la universidad, se siente alentada por lo que se ha logrado y se enorgullece de saber que el proyecto sigue beneficiando a la comunidad.

“Me siento feliz de que esto haya sucedido, porque ahora hay muchas personas que conocen este proyecto y cómo está afectando a South Park”, dijo. “Simplemente une a toda la comunidad”.


Esta historia fue producida en asociación con Comunidades de Oportunidad, una colaboración en crecimiento que cree que todas las comunidades pueden ser comunidades saludables y prósperas. Comunidades de Oportunidad es una asociación única entre la comunidad, fundaciones privadas y el gobierno que invierte en el poder de las comunidades del condado de King, Washington.